El awesome esta enfermito, ¿quien viene a verlo? [Libre]

Con pasos calmados y tranquilos se deslizaba por los blancos y pulcros pasillos de aquel hospital, con un gran ramo de girasoles gigantes y pequeños, acomodados con elegancia y sumo cuidado. No tenía mucho tiempo y tampoco era como si le importara, solo queria aprovechar la estancia en ese hospital. Había oido de la boca de cierto diputado, que el german -o prusiano, como ensistia en auto nombrarse- habia tenido un pequeño accidente en con su pierna por sus carismaticas bromas.

Se detuvo en la recepcion, con aquella sonrisa tan suya, y deslizo la mano para llamar la atencion de la enfermera, que estaba sumergida en leer en algunos papeles. Solo pregunto lo que queria y necesitaba, para murmurar un gracias y girar sobre sus talones hacia el elevador para ir al piso indicado. Camino con la sonrisa cada vez un poco mas grande hasta el cuarto marcado, y toco dos veces con sus nudillos antes de entrar con delicadeza, mostrando el ramo antes que su cara.

-Neee ¡Gilbert!

—Da, da, antes de que comiences a hacerme llamadas de broma, querido Gilbert.

Sonriendo, camino hasta el hombre, ofreciéndole el absurdamente grande ramo de flores, dejándolo con cuidado en su regazo. Con un movimiento elegante y rápido se sentó, mirando al rostro del otro. No pasó desapercibido el color de los ojos del albino, y sonrió con suavidad, cruzando las manos.

— ¿esta rica la comida de aquí, da? O preferirías wust, ¿da? Porque pensé que querrías un poco he intente preparártelo, y lo cole aquí, ¿da?— Con cuidado saco un recipiente de cristal del abrigo, donde se podía ver una salchicha que tenía muy buen color. —. Dudo que sepa como el que tu preparas.

—Tu hermano, da— Contesto con simpleza, sonriendo con esa sonrisa tan típica de él, suave y casi inhumana. —. Llame a tu casa preguntando por ti, y me dijo de tu nada agraciado accidente, y sobre que estabas aquí, da, y pensé en venir a verte, ya que eres Lyubimyye drugu, da.

Con la sonrisa tatuada en la cara, se inclino sobre la pierna enyesada del prusiano, con un gesto de niño curioso mientras lo dejaba comer aquello que, en realidad, le había costado trabajo cocinar, pero bueno, había valido la pena en su opinión, aunque no tanto como el ramo compuesto de sus propios girasoles, que conservaba en su invernadero en el patio trasero.

Los ojos amatistas del ruso observaron el enyesado, pensando que él mismo podía hacerlo mucho mejor, y luego miro el rostro del prusiano, curioso. La mano enguantada con cuero se alzo, lento, y se aproximo peligrosamente al pie del prusiano. Si este no hubiera estado tan ocupado en comer, hubiera notado el brillo de niño malo en los ojos del ruso, y el destello algo torcido en su sonrisa. Pero claro, lo noto tarde.

La mano enguantada tomo el pie del prusiano por el talón, y lo hizo hacer un movimiento forzado, aunque sin romper nada más, y luego pregunto curioso.

— ¿Te duele?

Iván conocía esa sonrisa tan propia de Gilbert, y aun así, no paraba de sorprenderse de ella. Era tan natural, tan fresca, tan viva; una sonrisa llena de egocentrismo puro, pero tan innato que era imposible tacharlo de exagerado. Sabía bien que así era Gilbert, y mientras se apoyaba un poco mejor en su propio asiento, saco del bolsillo un pequeño botecito de vodka.

— ¿Te gusto, da?— Preguntó riendo, dando un trago profundo, acostumbrado a beber aquella sustancia sin sufrir algún ardor en su garganta. Volvió a guardarla, con cuidado, dentro de los múltiples bolsillos secretos de su amado uniforme, y miro al albino con una pequeña sonrisa burlona.

—Es la primera vez que lo dices en voz alta, ¿da? Aunque en realidad si sé que te gusto, todo mundo lo sabe, eres… Transparente, ¿da?— Se rio divertido, con suavidad, mientras lo miraba fijamente, como solía hacer.